Por: Lourdes Henríquez Díaz
La
NEUROCIENCIA apenas inicia el proceso de ponerse al servicio de la sociedad, al
transferir conocimiento útil para el aprendizaje en la escuela. Es en la
escuela donde dos mil
millones de niños en todo el mundo, aprenden a leer, a forjar
amistades, y es donde se constituyen como seres sociales. Es pues, en la
escuela donde se desarrolla y transforma el cerebro al aprender.
La neurociencia cognitiva se dedica a estudiar cómo aprende
el cerebro y hasta hace poco había ignorado cómo enseña. Afirma el neurocientífico Sigman (2016) que: “Enseñar es un principio del ser social, es que nada tiene sentido
propio, sino que lo adquiere en el momento que uno puede compartirlo. Es la
semilla de toda cultura. El instinto docente: nos distingue como especie nos
hace humanos”.
Enseñar es
pues una manera de cuidarnos, de conocer a otros y a nosotros mismos. Al difundir
conocimientos se puede formar grupos con recursos que confieran una ventaja a
los individuos. Es algo idiosincrático del ser humano, y como todos enseñamos
parece que es adaptativo, de hecho es lo que nos forja como seres sociales, y es
así como la CULTURA viaja como un virus contagioso.
El CEREBRO está predispuesto para difundir y compartir el
conocimiento, por lo que somos los guionistas, directores y editores de la
trama de nuestra propia realidad. Lo
mismo que sucede en una película, sucede en un aula de clase; cada alumno la
reconstruye en su mente con su propio lenguaje.
La Neurociencia confirma datos que ya sabíamos sobre la
enseñanza, cómo que la calidad de un maestro depende de cuánto conoce acerca de
aquello que está enseñando y su eficacia al establecer analogías o metáforas y
al contar buenas historias.
Es útil para el maestro en formación o el padre, saber que el que aprende asimila la información
en un marco conceptual muy distinto del suyo. No se trata de hablar más
sencillo, sino de traducir lo que uno sabe a otro lenguaje, a otra forma de
pensar. Por lo que la enseñanza mejora cuando el maestro es otro alumno que
comparte el mismo marco conceptual. En otras ocasiones el mejor traductor es
uno mismo. Asignar tutores a los estudiantes es la intervención educativa más
eficaz; como por ejemplo el “Tutor por pares”.
Enseñar
significa procurar a las personas las oportunidades adecuadas y animar a aprovecharlas. A lo largo de la
vida aprendemos invenciones únicas
que son el trabajo acumulado de generaciones dentro de la historia de nuestra especie humana, como por ejemplo
la lectura o la escritura. Ahora bien, para obtener estas competencias
se requiere enseñar en forma explícita y de parte de especialistas. Sin embargo, para ser efectivo como maestro, se ha de calcular el
estado aproximado del conocimiento del alumno, calibrar lo que ya
saben acerca del asunto; evaluar el grado de interés en la tarea, y su
receptividad porque no deseamos aburrir, ni dar
por sentado que los demás conocen de lo que usted habla. Las personas que enseñan lo
hacen de pie y en movimiento; es como si no se pudiera estar sentados, erguirse
para tratar de convencer. En definitiva, pretendemos
conocer y cambiar las actitudes y creencias de los demás.
La enseñanza satisfactoria es igual a las destrezas de la comunicación en doble
vía. Una virtud
de los discursos efectivos- Es la economía del discurso que funcionan en clave
ostensiva. (La capacidad de gestualizar,
y desproveer el discurso de palabras) saber utilizar una clave compartida-
el que habla y el que escucha. Maestros y alumnos tienen por tantos
papeles recíprocos y se ayudan mutuamente.
Otra
clave de eficiencia del mensaje es MIRAR A LOS OJOS, y dirigirse corporalmente
hacia la otra persona. DECIR EL NOMBRE del receptor, levantar las cejas, o
cambiar el tono de voz. Todo eso es un imán atencional.
Utilizar con eficacia estrategias de oratoria como: “La Exageración”, “La Repetición”, “La Ironía”
o técnicas de persuasión
¿Manipulación? como: “Adulación”, “Promesas de recompensas”, “Amenazas”.
Sin embargo, el aprendizaje no solo depende del contenido, sino de la fiabilidad con que se
comunica. Los buenos profesores transmiten completitud y aunque eso es bueno
para ser confiable, con ello inhiben la búsqueda y la exploración del alumno. (Es paradójico, porque son los malos
profesores los que provocan esa búsqueda).
Queremos que nos escuchen
con atención y avisarles de que tenemos algo nuevo y provechoso que contarles y lograrlo depende de nuestra capacidad para interpretar
la mente de los demás.
Enseñar
es un comportamiento intencional en el cual un maestro resuelve una brecha de
conocimiento.
Para
hacerlo hay unos REQUISITOS:
1) Reconocer
el conocimiento que tenemos sobre algo.
2) Reconocer
el conocimiento que otra persona tiene sobre algo. (Teoría de la Mente)
3) Reconocer
que hay una disparidad entre esos dos conocimientos.
4) Tener
la motivación de resolver esa brecha
5) Tener
un aparato comunicacional (Lenguaje,
gestos) para resolverlo.
Los humanos persiguen metas, y
por eso buscan información. Quieren “Saber” para poder hallar y utilizar
información.
El cerebro adulto al aprender
NO es rígido, sino que cambia en función del uso; en quince días si se practica una actividad
se empieza un nuevo cableado, fortalecido por la repetición y la actividad
constante. Sin embargo, después de tres meses de no practicar, empieza “la poda cerebral” en la que el cerebro
vuelve a su estado original.
Hablamos pues de un sistema vivo en el que “Lo
que NO se usa se pierde”. Por lo que como afirma la neurocientífica Blakemore (2007)”Igual que el jardinero que
cuida un jardín, el maestro tiene una tarea inacabable”.
El enseñante que despierte mi interés por aprender de modo que
me anime a profundizar en un tema aun después de haber finalizado el curso, es
el que ha influido en mi mentalidad de una manera más sustancial.
Afirma el neurocientífico Gazzaniga (2010)
que el arte, es otro universal humano, así como en las conductas de
pintar, danzar, narrar historias, cantar, hacer música. Las artes proporcionan
placer: nuestro sistema motivacional las persigue porque nos recompensan
haciéndonos sentir bien. De acuerdo con Dissanayake (Citado
por Gazzaniga 2010), hacer algo especial en forma artística
aumenta la cohesión grupal y por tanto resulta ventajosa para la supervivencia. O como nos afirma Howard Gardner: “Lo que resuena en nuestra psique es lo que
más apreciamos y lo que es menos probable que abandonemos” (2013).
De ahí, que el cine como se ha llamado al séptimo arte, sea un recurso
inaplazable en el salón de clases, para emocionarnos y producir placer, para cohesionarnos,
y lo más importante como fuente de motivación para el aprendizaje de actitudes
y valores.
Son las historias, que utilizan todas las artes, como en el
cine, las que tendrán la capacidad de activar las neuronas espejos y hacernos sentir que vivimos el drama de la narración,
esos mundos posibles que provocan el aprendizaje implícito, tan necesario en el
cambio esperado de actitudes.
RECURSOS
BIBLIOGRÁFICOS
·
BLAKEMORE,
S-J Y Frith, U. (2007). CÓMO
APRENDE EL CEREBRO. Barcelona: Ariel.
·
GAZZANIGA, M. (2010). ¿Qué nos hace humanos?
Barcelona: Paidós.
·
GARDNER, H. (2013). Mentes Flexibles. El arte y la ciencia
de saber cambiar nuestra opinión y la de los demás. Barcelona: Paidós.
·
MORA, F. (2016). Neuroeducación. Solo se puede aprender aquello que
se ama. Madrid: Alianza.
·
SIGMAN, M. (2016). LA VIDA SECRETA DE LA MENTE. Nuestro
cerebro cuando decidimos, sentimos y pensamos. 3ª Ed. Barcelona: DEBATE.