jueves, 1 de julio de 2010

Crimen y Castigo al Interior de la Familia


(Una de dos entregas)

Homologando el título de la famosa novela del novelista ruso Fedor Dostoyeski; me he permitido titular el presente artículo de esta manera para abrir el dolor y la angustia que olímpicamente campea por el mundo y abruma la pareja y la familia humana

Es toda dinámica familiar la que puede explicar la conducta de los niños y adolescentes agresivos incontrolables, los homicidios o suicidios y los accidentes graves. Oígase bien, no he dicho que sean el padre o la madre los culpables de esta situación; pero sí es necesario analizar qué circunstancias dentro de la familia llevaron a la situación irreparable y asumir las responsabilidades.

AMENAZAS, INJUSTICIAS Y MUERTE

El homicidio y el suicidio revelan, en opinión del terapeuta de familia Ivan Nagy, “la desesperación extrema del individuo, las pérdidas de las fronteras del yo; es decir, la falta de autocontrol y la desvalorización del sí mismo y de todo lo que es importante para él”; en un extremo que se pierde el sentido de la vida misma. A veces; lo que se escucha son amenazas de muerte del hombre hacia la esposa; o viceversa, llevando esto a que las comunicaciones dentro de la familia; tengan el tono lúgubre de una atmósfera de terror. Estas amenazas crean sentimientos de culpa, dolor y vergüenza en todos los miembros de la familia; estén unidos por lazos consanguíneos o no. Esto así, por las características que tienen las emociones de ser contagiosas.

Todo esto revela un grave desequilibrio en el balance de justicias y obligaciones en las relaciones interpersonales.

El papá o la mamá que han vivido en su familia de origen; graves injusticias, como el descuido de sus propios padres y carencia afectiva; no podrán con esas heridas en su self, brindar seguridad emocional y trasmitir amor y cuidado a sus descendientes.

Está claro que con frecuencia repetimos en la familia que construimos los mismos sufrimientos recibidos; pero no siempre ese es el caso. A veces; hacemos justamente lo contrario.

Es lo que explica la razón por la que el dolor y el sufrimiento no terminan en nuestro mundo, dañamos a inocentes que no tienen culpa, actuando lo que Nagy llama “El Derecho Destructivo”; que no es otra cosa que deuda de rencor acumulada, desde la pareja, la familia, la sociedad. En forma inconsciente la persona entiende que puede hacer daño, porque le hicieron daño.

Recuerdo de una cliente que su padre campesino había matado una persona; años después unos hombres lo matan a él. Todavía me impresiona el silencio que se hizo entre nosotras al hablar del hecho; el dolor real por la pérdida era: “no se cuidó y nos dejó solos”. El acto de una persona llena la familia de pena; vergüenzas; silencios; secretos; tiene consecuencias para quien lo realiza; pero también para su descendencia.

LA DELINCUENCIA

La delincuencia puede ser un esfuerzo inconsciente de volver a infundir vida a la familia; es lo que pueden provocar los padres que obligan a los hijos a vivir los ritos religiosos o ideológicos, con prohibiciones férreas. A veces, le sorprende a estos padres rígidos e inflexible, el hecho de que alguno de sus hijos salga siendo un delincuente; y es que al educarlo de esa manera, presos de si mismos, no le enseñaron la flexibilidad de pensamiento y de las acciones alternativas. Por otro lado, el hijo en conflicto con la ley, se odia por hacer algo que sabe que está mal hecho, sin embargo, no puede o no sabe, dejar de hacerlo.

En un nivel psicológico las reprimendas, las críticas y los castigos severos que reciben las personas cuando van a prisión, resultan preferibles a la falta de participación, de reconocimiento, la indiferencia, y la pérdida de sí mismo que es recibido o percibido a lo interno de sus propias familias.

Continuará….

Por: Lourdes Henríquez Díaz MA.

Psicóloga Educativa/ Terapeuta Familiar

Centro de Desarrollo Integral Familiar

CEDINFA: Juan Sánchez Ramírez nro. 31 Suite 203

Edificio: Los Girasoles

Gazcue

Mail: lourdes.hd@gmail.com

Teléfono: (809)221-6959

1 comentario:

  1. Los miembros de la familia deben conversar para conocerse mejor los unos a los otros y ver de que son capaces, así se pueden determinar conductas agresivas o no, para evitar futuras situaciones lamentables, se debe actuar de forma preventiva, quizás hablando con ellos se encuentran acciones alternativas y evitamos que puedan caer en ambientes delincuenciales.
    La clave a este mal es la comunicación reciproca, no solo ser buen oyente, también ser buen comunicador, escuchar las necesidades de sus hijos y orientarlos.
    En ocasiones culpamos a las autoridades, decimos no hay prevencion, no hay seguridad, pero nunca decimos no formamos bien a nuestros hijos, debimos ser mas comunicativos.
    Hector J.

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