|
Mente privilegiada |
Consulta: Soy un muchacho que tiene una mente privilegiada. Sin embargo, mi padre y mi
hermano me han dicho que una persona inteligente es inteligente en todos los
ámbitos y que yo soy muy bueno, pero solo en las clases. Después de largo
tiempo bajo las mismas críticas empecé a creerme lo que me decían. Aunque sé
que tengo gran potencial, no me esfuerzo lo más mínimo por desarrollarlo. ¿Cómo
puedo encontrar motivación para demostrarles a las personas que me creen
inferior que soy inteligente?
Responde: Lourdes
Henríquez
|
Las inteligencias múltiples son las características que nos definen; antes de que Howard Gardner propusiera su teoría, solo se consideraba inteligente el comportamiento que se desarrolla en la escuela (lógica/matemática, lingüística); ser bailarín, pelotero, músico, tener buenas relaciones o manejar la ira u otras emociones negativas que nos atrapan, no era considerado como tal; sin embargo, son estas inteligencias las que nos preparan para la vida.
| Lealtades invisibles | Tu padre y hermano tienen altas expectativas con tu persona, de
suerte que te ocurre en tu sistema emocional-familiar algo parecido a lo que le
pasa a las personas hermosas, consiguen fácil trabajo y se le abren más puertas
que a otros, pero luego se les exige más que al común de los mortales. Las
lealtades invisibles negativas al sistema familiar te están afectando, y las
mismas no te dejan avanzar, y si bien es cierto que podemos desarrollar las
distintas inteligencias por el fenómeno de la neuroplasticidad cerebral, usualmente dominamos unas
inteligencias más que otras.
Vivir en un ambiente de críticas permanente te ha llevado a la “desesperanza
aprendida” que describes, internalizando como
propias las mismas, paralizando así tu comportamiento. Lo primero es
hacer conciencia de todo este proceso. Quizás logres, con ayuda
terapéutica, cambiar tu actitud presente ante la vida, reconociendo que
las creencias propias son la guía apropiada para controlar los actos
personales. Puedes seguir leyendo acerca de cómo hacerlo en el libro de Walter Mischel, El test de la golosina.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario