lunes, 14 de junio de 2010

El Adolescente y la Sexualidad




La primera experiencia sexual puede constituir una vivencia de dicha, goce, intimidad y satisfacción o por el contrario, originar inquietud, desengaño y culpa. Es a veces el precio que necesitamos pagar por crecer y madurar.

Mientras que los varones adolescentes tienen las expectativas de que son ellos los que necesitan dirigir y asumir la responsabilidad del éxito en el encuentro sexual; Las muchachas de la misma edad en los primeros encuentros amorosos suelen considerarlos frustrantes debido a que en ocasiones tienen unas expectativas superiores a los resultados.

Hablando de expectativas existen diferencias entre los sexos; mientras que el varón suele tener urgencia de eyacular, las jóvenes de la misma edad necesitan satisfacción emocional.

El ambiente erotizado en el que viven los adolescentes lo llevan a la iniciación temprana de la sexualidad. Las novelas, tradiciones culturales, las modas, películas, el Internet, la publicidad, los programas de TV y las canciones de la radio con letras, bailes e imágenes explícitas los invitan continuamente a la conducta sexual.

Un simple análisis de los bailes eróticos y de las letras de las canciones, además de las imágenes con sexo explícito a las que nuestros niños y adolescentes están expuestos a través de los medios de comunicación social nos lleva a afirmar sin temor a equivocarnos que la presente época favorece las manifestaciones eróticas de la sexualidad.

Los medios de comunicación abordan todo lo referido a la sexualidad sin tener en cuenta la calidad o autenticidad de las informaciones. De ser un tema tabú, reprimido y a veces negado, pasamos a un bombardeo erótico constante e indiscriminado que llega a confundir a jóvenes y adultos.

Lo que lleva a que esta dimensión humana se banalice y se devalué, le hemos quitado su valor. Todo este panorama empeora ya que los adultos, en especial los padres, muchas veces están tan confundidos como sus propios hijos y ellos mismos tienen heridas que aun no han sanado, lo que hace difícil que este padre o madre acompañe el propio proceso del desarrollo sexual de su adolescente en forma tranquilizadora.

Lo que preocupa es que tanto el padre como la madre permiten que sean los medios de comunicación y en ocasiones los maestros los responsables de la educación de la sexualidad de sus hijos y es necesario entender que la orientación adecuada no puede venir de la radio o de la TV, ni de la literatura popular o de la cinematografía, ya que los medios se preocupan de satisfacer deseos, a petición de los consumidores y según las directrices de los anunciantes; más que preocuparse por educar un estilo de vida saludable y positivo.

Esto corresponde en primer lugar a los padres e instituciones como la escuela o la iglesia pueden ayudar a reforzar el trabajo permanente del hogar, pero en ningún caso sustituirlo.

En otras épocas la iniciación sexual del adolescente masculino era encargada a las trabajadoras sexuales en los prostíbulos, hoy no es una práctica frecuente y es el mismo joven como producto de su propia curiosidad y como respuesta a la atracción sexual en forma de ensayo o juego con compañeras de su misma edad, los que, van descubriendo y desarrollando su potencial sexual.

La práctica de explorar y manipular los propios órganos sexuales se inicia en los primeros años de vida del niño o niña, como una forma de conocer su propio cuerpo y por las agradables sensaciones que conlleva el hacerlo. Pero es en la adolescencia cuando la auto manipulación genital adquiere una naturaleza semejante al mecanismo fisiológico del acto sexual del adulto.

Es más común la autoexploración masculina que la femenina quizás como resultado de la ubicación de los órganos genitales, ya que, un pene erecto es muy difícil de ignorar y aunque antiguamente se condenaba la práctica y se hacia sentir culpable al joven por hacerlo, esto no significaba que fuera una práctica poco frecuente.

El hacer de la autoexploración una práctica adictiva o compulsiva puede traer sus propios problemas. Me explico; si la misma es un medio de escape a problemas y situaciones de conflicto puede tender a la dependencia psicológica, lo cual seria lo que tiene que preocuparnos, más que el hecho en si mismo.

Toda experiencia que se convierte en un hábito puede tener las mismas características que cualquier conducta adictiva.

Veo con frecuencia en la consulta terapéutica la preocupación adolescente por la masturbación y como la culpa aumenta la frecuencia en vez de disminuirla además de la visión de la sexualidad como algo malo que hay que sufrirlo, como si fuéramos víctimas pasivas de su impulso y energía. No en vano hemos tenido un siglo de influencia freudiana, pero lo cierto es que si se logra separar la ansiedad y los problemas de la autoexploración como fuente de remedio y calma para los mismos, si quitamos la culpa o la negación y dejamos a la sexualidad como un impulso natural y hermoso podremos estar seguros de un desarrollo sexual saludable.

Si los hijos y padres tienen un vínculo seguro que favorece la comunicación abierta y donde se refuerza en un contexto de libertad el autocontrol, la apertura hacia los demás, el respecto y la definición de límites claros. Si por otro lado, se tiene presente las consecuencias éticas de manipular, controlar y utilizar al otro para nuestros propios fines.

Particularmente me ha resultado útil explicar un criterio ético para ser apreciado en la conducta afectivo sexual, es decir, que toda conducta sexual está bien si se realiza entre adultos, en privado, voluntariamente y sin lesionar a otra persona.

Las sensaciones sexuales intensas en la adolescencia pueden generar curiosidad, interés y atracción sexual hacia los demàs, además de un deseo vehemente de buscar afecto y aceptación de otros.

El ritmo de desarrollo de los cambios físicos durante la adolescencia influye en la percepción que los demàs tienen sobre ellos y la forma en que ellos se perciben a si mismos y todo esto depende del ideal de modelo masculino y femenino en la cultura de permanencia.

Si la familia de origen del o la adolescencia es una fuente confiable de seguridad emocional, el paso por el período de la adolescencia será menos tormentoso y podrán evitar ser menos víctima de si o de los demás.

Por: Lourdes Henríquez Díaz MA.

Psicóloga Educativa /Terapeuta Familiar

Centro de Desarrollo Integral Familiar CEDINFA: Juan Sánchez Ramírez nro. 31 Suite 203

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Teléfono: (809)221-6959


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