Las demostraciones de afecto pueden tener muchos significados. Recuerdo que mi maestro y terapeuta familiar Dr. Pedro Savage nos decía al respecto, que la comunicación no verbal de los hombres para con las mujeres en nuestro país; es muchas veces; una invitación a un encuentro sexual; esto se constituye en una herida que afecta las relaciones de amistad entre hombres y mujeres tan necesarias para la salud emocional y la seguridad en las relaciones personales.
El abrazo y el contacto físico se inhiben porque usualmente los padres han confundido al interior de nuestras familias y al educarnos la manifestación del afecto con tabúes sobre el sexo.
El niño nace sediento de amor; y su vida es el reflejo de esa necesaria adhesión a los demás. Los adultos le debemos enseñar límites; para que aprendan la diferencia de un toque; caricia o masaje afectuoso o un toque genital que lo confunda y le impida protegerse en sus relaciones con los demás.
Alguien que había abusado de la hija de cinco años de su mujer; se excusaba frente al juez diciendo, yo lo hice porque era la niña la que me buscaba. Se olvida esa persona que la función del adulto es enseñar límites; y que todo contacto genital con niños pequeños deforma su desarrollo emocional; la confianza básica y su capacidad para establecer vínculos.
COMUNICAR LAS EMOCIONES
La incapacidad de expresar en palabras las propias emociones o incluso ser conscientes de ellas en forma leve o intensa; denominada alexitimia, se halla tan generalizada entre los hombres; que el profesor de Harvard Ronald Levant la considera como un estado normativo entre los hombres. Mientras que Helen Kaplan sexóloga norteamericana entiende que la “incapacidad para amar” y entregarse en la intimidad con otra persona es un impedimento común entre la población masculina y que esta situación preocupante puede convertirse en una verdadera disfunción.
Esta condición descrita tiene su origen en una educación al género masculino que lleva el mensaje: “los hombres no lloran” “El varón debe ser fuerte; callado y controlado”. Tanto la mamá como el papá suprimen la manifestación de las emociones de sus hijos varones al educarlos de esta manera.
Las conversaciones de los padres con las hijas hembras suele concentrarse más en la expresión de las emociones; tanto las vulnerables como la tristeza; el miedo y el dolor; como las positivas de cuidado; de contacto; o las de afecto. En las niñas se promueve la empatía y una mayor conciencia de sí mismas como la expresión y la respuesta a las emociones de los otros; la resolución de los conflictos y el mantenimiento de la armonía.
La única expresión que se permite o estimula en los varones como deseable es la ira y la manifestación de emociones a través de la sexualidad. Muchos pleitos y juegos rudos entre los varones; que se concentran en la dominación y la agresividad; esconden sin ser conscientes de ello la necesidad de ser abrazados, y es parte de su necesidad de contacto humano.
Los hombres que son educados a vivir desligados de sus emociones; y del contacto con otros significativos; tienen como consecuencia grandes dificultades para comunicar sus sentimientos íntimos; como para experimentar la verdadera intimidad.
Al no saber o no poder expresar la ternura, el cuidado y las emociones vulnerables como el temor, el dolor, el miedo o la vergüenza; lo único que le dejamos como canales de liberación emocional es la de expresar estas emociones a través de la agresión y la sexualidad. Entonces no nos extrañemos que el índice de agresión sea mayor en los hombres, que en las mujeres; parece una complicidad social que provoca este hecho.
No nos debe tomar por sorpresa, que a los hombres les resulte el sexo; el único contexto aceptable donde se puede manifestar el afecto, el amor y el cuidado.
Resulta interesante descubrir que este estado de cosas lo hemos creado con la buena intención de evitar que los hombres se conviertan en débiles u en homosexuales. Está tan arraigada esta creencia en nuestra sociedad que tanto las mamás como los papás impiden que sus hijos varones; aprendan los oficios de la casa, entendiendo que las tareas que por tradición le correspondió a la mujer también ablandan o debilitan a sus hijos varones.
Erick Fromm, psicólogo humanista norteamericano; decía que amar no es debilidad, sino fortaleza.
Es necesario entrenarse en la empatía; (ponerse en lugar de los demás) para poder ser más conciente e identificar las emociones propias y la de los otros.
Otra práctica eficaz en el entrenamiento emocional es el de llevar un “diario” en el que se describa el contexto (familia, trabajo, fiestas…) donde se dan las emociones e identificar las emociones que se experimenta. Luego amerita revisar la intensidad y la duración del sentimiento; para controlar las negativas y prolongar las positivas.
Hacerse con frecuencia la pregunta ¿cómo me sentí? o ¿Cómo se habrá sentido mi pareja? Ya que, al hacernos más conscientes de nuestras emociones las ponemos bajo control; por el proceso de darte cuenta.
EMOCIONES QUE NUTREN Y LA SALUD
Es útil experimentar emociones positivas; las mismas sirven como semáforo para encontrar el mejor camino; producen mucha energía, actitud positiva y optimismo; son contagiosas; crean vitalidad, éxtasis; aclaran lo que es valioso, enriquecedor, creativo; crean un deleite espontáneo; y son el mejor contexto para la salud física y mental.
En la universidad mis estudiantes se ríen cuando les digo que alguna vez voy a convencer a cualquier senador de la república para que introduzca un proyecto de ley innovador; a fin de cobrar un impuesto a todo el que salga a la calle molesto, de mal humor o agresivo; considero que contaminan el ambiente social, porque las mismas son contagiosas; tanto o más que el ruido o la basura.
¿CÓMO VER EL PROCESO EMOCIONAL?
Todos necesitamos establecer contacto y al mismo tiempo tememos ser absorbidos en la relación de pareja. En una búsqueda interminable de un espacio relacional cómodo; creamos una danza o movimiento que refleja nuestro estilo particular de relacionarnos.
Las personas tienen la capacidad de captar el estado emocional de la otra; y responden a él; sin que medien palabras entre ellas.
El proceso emocional interno genera un movimiento hacia y desde otras personas, y ese movimiento crea posiciones frente a los demás. La mujer que pierde su trabajo y depende económicamente del esposo; tanto ella como el hombre y los hijos, experimentan distintas clases de excitación emocional en respuesta a este factor de estrés. Todos se mueven dentro del sistema para manejar la incomodidad de su excitación emocional. Los hijos se apartan de su madre reactiva; el marido se distancia quedándose en la oficina y concentrándose en su trabajo; por la carga adicional que representa su mujer demandante. Se inician las críticas de uno y otro dentro de su propia familia, y en sus respectivas familias de origen; sus amigos recíprocos también reaccionan. Creándose así un ambiente emocional reactivo donde los triángulos con otros se entremezclan.
Ahora bien; si tu estás ansiosa y yo no, y si yo no me dejo atrapar por tu ansiedad, la neutralizaré; y empezarás a sentirte menos ansiosa; esto con frecuencia es muy difícil de lograr y lo que hacemos es también molestarnos.
La conexión con tu pareja abre un canal emocional; dentro del cual se manifiestan el estado interno de cada persona (te puedes sentir ansiosa, confiada, deprimida o feliz…) y afecta lo que sucede entre ambas. Cómo hay diferencias individuales en la capacidad de las personas para controlar su excitación emocional; cada relación tendrá el nivel de apego que le es propio.
Si por casualidad te estás relacionando con una persona muy reactiva; te sentirás irritada tú también; como casi nunca va a escuchar lo que tu trata de decir, porque constantemente intercala el diálogo con críticas y consejos sobre detalles intrascendentes; te vas a sentir muy sola; aunque tengas compañía. Esta persona tiene poca capacidad para reflexionar sobre su estado emocional, y su comportamiento fluye directamente de ese estado; reaccionando como por reflejo.
Otras personas son más reflexivas. Pueden manejar mejor sus estados emocionales y escoger un curso de acción por sí mismas en vez de ser dirigidos por sus emociones. La fuerza de su yo reside en la capacidad de postergar; al poder autocontrolarse.
Observarás que la importancia de cada relación varía. Por ejemplo; es más intensa la relación con tu pareja, que la relación que tienes con tu hermano.
Hay además diferencias individuales de sensibilidad. Existen personas demasiado sensibles a la tristeza o a la ira y la ven en todas partes. En el otro extremo; otras suelen estar tan desconectadas que no captan la señal de emoción por claras que estas sean.
Las parejas se acercan y se alejan unos a otros en respuesta a la incomodidad que les produce estar demasiado distantes o demasiado próximos. La mayoría de las personas nos comportamos como si para poder estar vivo se necesitara la conexión con otra persona. De hecho; todas las relaciones cambian a través del tiempo. Se tiende a considerar que las relaciones son estables y se nos olvida que las relaciones prolongadas son cíclicas e inestables. Esto sucede por los conflictos generados por la necesidad de autonomía (libertad) y la necesidad de conexión de todos los seres humanos.
Los esfuerzos por satisfacer simultáneamente estas dos necesidades producen ciclos alternados de ansiedad de separación y ansiedad de incorporación.
Cuando la tensión y la inestabilidad crecen, los dos miembros tratan de manejar su problema aumentando la distancia o permitiendo que uno de ellos controle al otro o la relación está preparada para activar un triángulo que estabilice el proceso relacional. El triángulo más frecuente en las relaciones de pareja es buscar a una tercera en la relación; siendo infiel.
Cada pareja actúa como un conjunto de imanes que se atraen entre sí cuando están a cierta distancia, pero que empiezan a repelerse tan pronto como su proximidad se ha vuelto excesiva.
Los ciclos de aproximación y distanciamiento se producen en todas las relaciones: papá e hija, hermano y hermana; marido y mujer y hasta amiga y amiga.
Lo que tratamos de enseñar en cada caso a las personas que van a la consulta terapéutica es a actuar en función de sus propias creencias y valores sin aislarse; es decir, conectándose mejor con su sistema de relaciones personales. Esto tiene que ver con aprender a establecer límites; aprender a decir NO o SI según el caso; sin molestarse; y tomando decisiones desde la propia autoridad interna y no como respuesta emocional (reactiva) a la otra persona de la relación y a sus necesidades.
Recuerdo que antes de hacerme terapeuta familiar; yo vivía reaccionando a las comunicaciones de las otras personas y entraba en discusiones donde lo que pretendía era imponer o convencer de que mi punto de vista era el mejor; y a veces, me quedaba con la sensación de lo mucho que sabía o convencía; descubrí que de esa forma alejaba a las personas; que las mismas se incomodaban conmigo y que no era verdad que las convencía. Ahora cuando quiero decir algo lo digo desde mí y no en respuesta o como una reacción a lo que el otro dijo o piensa. Descubrí que no soy profesora de las personas y que si puedo decir algo en forma convencida y tranquila; sin molestarme porque otro piense diferente; demuestro ser yo e invito a los demás a hacer lo propio. Total que cuando uno se molesta en una discusión deja de pensar racionalmente y, por tanto; le es imposible transmitir lo que quiere comunicar.
Una persona diferenciada no es un ser insolidario; es alguien que siendo el mismo; toma en cuenta a los demás y sus necesidades emocionales a la hora de actuar y tomar decisiones.
Cuando el conflicto de pareja es leve, reciente y no muy intenso; el trabajo terapéutico puede en forma breve obtener excelente resultados. Pero si es grave, de larga duración y de gran intensidad, la ayuda que se requiere es mayor y por más tiempo porque las heridas se acumulan y se dañan a terceros; estableciendo triángulos relacionales donde son afectadas otras personas. (Usualmente un hijo, un amante, un amigo…)
Lo que quiero decir con esto es que; usualmente la persona desplaza el conflicto no resuelto en una relación de dos y busca un tercero como interlocutor y eso las calma. Las parejas desplazan a su relación los conflictos no resueltos de su familia de origen. Es el caso de la mujer que habiendo sufrido las consecuencias agresivas para ella, sus hermanos y su propia madre de tener un padre alcohólico se casa con un hombre igual.
Otro desplaza hacia su hija la ira y el resentimiento que puede sentir por su compañera, convirtiendo a esa hija en el problema que los enfrenta. Los problemas no resueltos deben ser tratados en terapia dentro de las relaciones a las que pertenecen. La hija con su propio padre y el hombre del ejemplo con su propia esposa.
Descubrimos de manera axiomática que cuando se mejora la relación entre una pareja y se resuelven sus conflictos emocionales; la hija o el hijo enfocado, mejora en forma espontánea. Es decir; que a menos que se satisfagan las necesidades afectivas de los padres; estos no se pondrán emocionalmente a disposición de sus hijos.
Las destrezas emocionales cuando son desarrolladas son fuente de satisfacción y gratificación; reducen el dolor personal, los conflictos; hay más armonía en las relaciones; y se puede integrar mejor el amor y el afecto a la sexualidad.
Por: Lourdes Henríquez Díaz MA.
Psicóloga Educativa/ Terapeuta Familiar
Centro de Desarrollo Integral Familiar (CEDINFA)
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